domingo, 11 de septiembre de 2016

Extractos de Lucamo 24



OPERACIÓN AMEBA



Capítulo Uno

EL PROFESOR
—Inmobiliaria Rascacielos, ¿en qué puedo servirle?
—Soy el señor Galantea (Traducción: Soy agente encubierto).
—Hola señor Galantea, me habían hablado de su llamada (Traducción: La línea no es segura).
—Necesito su ayuda (Traducción: Necesitamos una línea segura).
—No es conmigo con quien debe hablar, llame al señor Bolaños al 2315675 (Traducción: Marque el 2620240, código Bolaños).
—Inmobiliaria Rascacielos, ¿en qué puedo servirle?
—Necesito hablar con el señor Bolaños (Traducción: código Bolaños).
—Habla Bolaños (Traducción: línea segura)
—Estoy interesado en el apartamento de la diez (Traducción: Hay una nueva misión y debemos hablar).
—Si le parece bien, nos encontramos en la diez, así puede ver el apartamento (Traducción: Nos encontramos en el puesto de comidas rápidas de la diez).
—Lo espero a la entrada en una hora (Traducción: Allá nos vemos en media hora).

******


—Estoy interesado en el apartamento de la diez —Le dijo Galantea al chico del carrito ambulante de las papas fritas.
—No tardan en llegar con las llaves —dijo Toribio, levantando la mirada de las papas fritas. Daban vueltas en el aceite caliente. Miró de frente al hombre, parado del otro lado del carrito.
Galantea comenzó a hacer un reconocimiento del Parque de la Diez. Muy lentamente fue identificando a los hombres de la Inmobiliaria. En ese momento estaban ubicados en diferentes puntos estratégicos del escenario. Todos desempeñaban a la perfección el papel de aparecer como personas corrientes, visitantes del parque a esa hora del día.
Galantea se divirtió bastante haciendo el ejercicio, mientras daba tiempo a Agenciado de llegar a su encuentro. El chico de las papas fritas, levantaba de cuando en cuando la mirada para ver al hombre. Como lo vio tranquilo y entretenido, mirando hacia el parque, no sintió la necesidad de ponerle conversa. Siguió en su oficio de convertir a las papas en tiras de medio centímetro de grosor, antes de verterlas en el aceite caliente.
— ¿Por qué se hacen estos encuentros en lugares públicos? —preguntó Galantea, como si no conociera la respuesta y buscando medir si el vendedor de papas fritas era un agente o un simple mandadero. Sentía curiosidad ante el hecho de un agente de la Inmobiliaria, oficiando de vendedor de papas fritas con tanta humildad.
—Es más fácil conspirar en público —dijo Toribio, levantando la mirada para ver a Galantea por un momento y la regresó luego al aceite caliente. Lo dijo con tono sarcástico, para no entrar en más detalles.
Galantea empezó a hacer un repaso del parque, para constatar si ningún agente de la Inmobiliaria había escapado a su rastreo inicial. En ese momento, algo lo inquietó. El hombre del traje negro, camisa blanca y corbata azul, no parecía de la Inmobiliaria, sin embargo, lo miraba con insistencia. Estaba sentado en una de las bancas de cemento del parque. Le miraba fijo desde hacía rato. Al comienzo lo creyó una casualidad, pero su mirada denotaba gran interés en él y eso lo sobresaltaba. Había llegado al país en la mañana. Cómo alguien le miraba como si le conociera. Quizá fuera un agente encubierto de alguna organización antagónica. Tal vez estuviera al tanto de su presencia en el país, y de la misión para la cual había sido destinado. Muchos pensamientos pasaron por la mente de Galantea. Un ligero nerviosismo se apoderó de él, antes de decidirse a preguntar.


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