Escenario 1
Leonila Oscares entró al escenario con paso decidido. Los
altos tacones la hacían ver como modelo profesional. Caminaba siguiendo una
línea imaginaria.
— ¡Leonila, Leonila! —gritaron tres admiradores desde la
fila F, en medio de los aplausos de los asistentes a la ceremonia de premiación
a lo mejor del cine.
Leonila caminó con elegancia por el centro del escenario,
por delante del atril. Cuando tuvo el atril a su derecha, se giró dando la
espalda al público. Caminó hacía el mueble de acrílico transparente. Se quitó
el negro y largo abrigo. Lo colgó del acrílico como si fuera una percha.
— ¡Ah!
Fue la exhalación generalizada en el gran teatro. Luego el
silencio fue profundo. Sólo había cabida para la vista sorprendida. En el
escenario, cómo si fuera una escultura griega, Leonila estaba completamente
desnuda. Sólo llevaba puestos los altos tacones. El suspenso se hizo eterno. Nadie
esperaba algo semejante. Al no ser predecible, tampoco se sabía cómo reaccionar
ante lo inesperado. El silencio fue como una gran culpa compartida frente a la
contemplación de lo prohibido. Era esa sensación ambigua de saberse testigo de
lo prohibido y disfrutarlo, pero a la vez experimentarse temeroso de ser descubierto
en el momento justo de cometer el mortal pecado y condenarse para siempre al
castigo eterno.
—Bizzz.
El cuchicheo se generalizó en la sala. Cada quién necesitaba
confirmar con el del lado. Cada quien quería saber si en realidad estaba viendo
lo mismo.
— ¡Oh, no!
Alcanzó a escucharse en la primera fila de labios del
organizador. Se oyó con claridad. Los cuchicheos se habían silenciado tan
pronto Leonila se dio vuelta para quedar de frente al público.
Fila A
Asiento 17
Intercomunicación 1
—Vayan a comerciales.
El organizador dio la orden por el intercomunicador. Lo sostenía
con la mano derecha, lo más cerca de la boca para poder hablar bajo y ser
escuchado del otro lado. Habló con la premura de quién trata de impedir una
catástrofe.
— ¿Está seguro?
La voz joven del operador, se oyó en el intercomunicador,
insegura de sí había escuchado bien.
—Claro, estoy seguro, ¿Acaso no está viendo la tragedia del
escenario? Actúe de una vez. No espere más.
El organizador, además de preocupado, se veía ahora molesto
por el cuestionamiento del subalterno. Hubiera esperado, hiciera lo ordenado sin
entrar en explicaciones.
—Pues el productor dice, sigamos al aire.
El joven operador habló ahora decidido, ante el apoyo del
productor, y desafiando la autoridad del organizador.
—Pase a ese mequetrefe al teléfono de una vez.
El productor, estaba escuchando junto al intercomunicador. No
perdió tiempo en molestarse por la forma poco cortes del organizador para
dirigirse a él. Habló ante el intercomunicador, sin alterarse.
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