lunes, 15 de agosto de 2016

Extractos de Lucamo 19





PRIMERA PARTE


1

Mucha soledad corría por las venas de MC. Hasta el perro lo abandonó. Por un instante pensó dejarlo marchar. Ya tenía bastante para ahora amargarse por un simple perro. Todos lo habían dejado, por qué no había de hacerlo un chandoso sarnoso, pensó. Luego se cuestionó su poder. Qué clase de poder era el suyo cuando ni a un perro podía controlar. La respuesta fue instintiva. Corrió por el pasillo detrás de su compañero de toda la vida. Lo vio cómo avanzaba, con decisión, por el pasillo hacia la salida. Se dio prisa para alcanzarlo. Pero el animal cruzó la salida. Él, sin detenerse, también salió. Se encontró en el bosque, caminando detrás del perro. Por momentos, se le perdía. Luego volvía a divisarlo. Era extraño cuanto estaba pasando. El perro avanzaba como si fuera llevado por alguien. Le acariciaba el pelambre y de pronto se levantó. Comenzó a caminar hacia la salida, sin atender su llamado.
Llevaban largo tiempo caminando. Se sorprendió de la habilidad del can. A pesar del largo tiempo de cautiverio, conservaba la misma agilidad para desplazarse. El perro dobló en una curva marcada por un guayacán amarillo. Cuando MC llegó a ella, nunca más volvió a ver al animal. Vagó, sin rumbo, largo rato, tratando de dar con él, pero todo fue en vano. Decepcionado, se sentó en una raíz de Ceiba, derrumbada por el tiempo. Su respiración se hizo libre. Hacía tiempo no aspiraba el aroma de la vegetación. El aire inyectó a su cuerpo una libertad nunca antes experimentada. Por primera vez, fue consciente. Había abandonado La Fortaleza y nadie se lo había impedido. Ya había olvidado cómo era el mundo exterior. Se encontró de pronto dueño de sus actos. Allí no tenía responsabilidades. Nadie sabía de identidades ni de poderes. Con un gran regocijo, caminó. La decisión fue instantánea. Su nueva situación le había sugerido muchas ideas. Haría funcionar el plan. Estaba a tiempo para revertir los procesos. Ahora tenía la oportunidad de ser de nuevo un ABC y no la dejaría pasar de largo. Disponía del conocimiento y los recursos para lograrlo. Quería ser en adelante, un don nadie. Quería dejar atrás el mito del hombre súper poderoso. Ya no lo disfrutaba, como lo pensó en sus inicios. Estaba cansado del fantasma engañoso del poder.

2

MC no se atrevía a telefonear a sus hijos y esposa, para no sentirse culpable. Ellos vivían en medio del rechazo social, por su culpa. Se reconocía como el causante de la situación. Él mismo optó por alejarlos, pensando, así los dejarían en paz. Pero no fue así. Había una especie de consenso general. Las culpas de él, también lo eran de su familia.
A pesar de todo, MC consideraba, su familia no podía reprocharle nada. Por sus actividades disfrutaba de lujos, inalcanzables para una persona con el salario de un lavador de autos. Ese había sido su comienzo laboral. Si no hubiera cambiado de rumbo, no habría podido ofrecerles ni una vivienda decente. Ahora tenían todas las comodidades, brindadas por el dinero. Frecuentaban círculos sociales, no permitidos para personas de origen humilde.

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domingo, 14 de agosto de 2016

Neuron



NEURON

Digital art based on abstract forms to suggest the representation of a neuron.

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Extractos de Lucamo 18





TERRITORIOS DE LA MUERTE

Desfila aquí una galería de las Rosendas y los Rosendos para nombrar a las personas alojadas en los territorios de la muerte por donde transita este texto. Las Rosas y los Rosendos protegen la identidad de los protagonistas reales, quienes en la mayoría de los casos, prefieren no aparecer con sus nombres propios. Las Rosas y los Rosendos unifican las identidades de los protagonistas para darle realce a los hechos referidos, y no a los protagonistas. En una ciudad donde la muerte puede darse en cualquier momento y lugar, los nombres se vuelven circunstanciales, pero los hechos no deben serlo, si se aspira a no cometer los mismos errores en el futuro. Lo aquí narrado, se mueve en el terreno de la ficción y la realidad, porque la realidad misma, parece una ficción.

 Rosendo Asesinado, escuchó el estertor del gatillo cuando golpeó el punto de cobre de la bala. La explosión del detonador en el revólver treinta y ocho sonó fuerte y se prolongó en eco contra las paredes de la noche. Se repitió en la noche avanzada y en cada pared de cada edificación a lado y lado de la carrera Palacé con la Avenida Primero de Mayo de la ciudad de Medellín. Rosendo Asesinado sintió cómo sus bolsillos se vaciaban pese a la negativa. El disparo sonó con estruendo. Una bruma aterradora se apoderó de su mirada. Vio borroso cuando Rosendo Asesino se alejó apresurado con su compañero, llevándose las pocas pertenencias de sus bolsillos. Apoyado contra la pared, logró levantarse agonizante. Todo alrededor parecía una pesadilla, una película de horror, como en una de las tantas vistas en el teatro Avenida, ese teatro de cine a solo media cuadra allí. Decidió ir hacia él en su marcha agonizante. Hacia allá, tendría más posibilidades de tomar un taxi, pensó. Se apoyó en la pared con fuerza. Dio tambaleante un primer paso sobre la acera solitaria. Fue el primer paso de entrada a los territorios de la muerte. Desde ese momento, el cuerpo soporte de su existencia, se negaba a cargar más vida de la transportada durante tantos años. Su cuerpo, en adelante, transitaría por lugares donde la consciencia o la inconsciencia sobre cuanto sucedía, poco importaría. Territorios de la agonía donde la vida duda si vencerá a la muerte o será derrotada definitivamente. Territorios de la defunción donde la muerte se certifica para espantar cualquier sombra de duda. Territorios funerarios, inhumados, exhumados, del recuerdo, de la comunicación, tantos territorios abiertos por la muerte sorpresiva e inesperada. Territorios donde se mezclan los componentes de la violencia urbana para sembrar las calles de muerte. Territorios donde abundan el alcohol, la droga, las armas, el satanismo, el odio, la dominación y la demencia colectiva. Sin saberlo, Rosendo Asesinado, comenzó a transitar los territorios de la muerte. Ellos serían desde ese momento la pesadilla de sus seres queridos.


 

TERRITORIOS DE AGENTES PARA LA MUERTE

En Medellín, se superponen territorios opuestos sin ningún conflicto. Está el territorio donde florece la ciudad amable, alegre, limpia. Un territorio donde la gente se atreve a la fiesta, al arte, al trabajo con esmero. Un territorio donde hay espacio para la creatividad y reinventar la vida. Territorios con invitación permanente a no desertar de la ciudad primaveral. Un lugar donde la dimensión universal del hombre se proyecta en el entorno. Esta ciudad llevó a Rosendo Asesinado a trabajar en no importaba qué para ganar el derecho a seguir vivo en una urbe donde la vida fluye por cada poro de la piel. Pero también está ese otro territorio desconcertante, inesperado. Ese otro territorio donde la vida se desangra, donde la vida se desvaloriza. Un territorio donde la agresión supera a las ansias de vivir. En ese territorio de la vida, también conviven los territorios de la muerte como si fuera algo natural. Más no lo es. La mente vigilante navega por los ríos de la sin razón tratando de hallar islas donde la lucidez se asiente y extienda desde allí su gran reinado de la convivencia con inteligencia. Un reinado donde las muertes sean simbólicas y no físicas como solución al desacuerdo con el otro. 

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sábado, 13 de agosto de 2016