domingo, 14 de agosto de 2016

Neuron



NEURON

Digital art based on abstract forms to suggest the representation of a neuron.

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Extractos de Lucamo 18





TERRITORIOS DE LA MUERTE

Desfila aquí una galería de las Rosendas y los Rosendos para nombrar a las personas alojadas en los territorios de la muerte por donde transita este texto. Las Rosas y los Rosendos protegen la identidad de los protagonistas reales, quienes en la mayoría de los casos, prefieren no aparecer con sus nombres propios. Las Rosas y los Rosendos unifican las identidades de los protagonistas para darle realce a los hechos referidos, y no a los protagonistas. En una ciudad donde la muerte puede darse en cualquier momento y lugar, los nombres se vuelven circunstanciales, pero los hechos no deben serlo, si se aspira a no cometer los mismos errores en el futuro. Lo aquí narrado, se mueve en el terreno de la ficción y la realidad, porque la realidad misma, parece una ficción.

 Rosendo Asesinado, escuchó el estertor del gatillo cuando golpeó el punto de cobre de la bala. La explosión del detonador en el revólver treinta y ocho sonó fuerte y se prolongó en eco contra las paredes de la noche. Se repitió en la noche avanzada y en cada pared de cada edificación a lado y lado de la carrera Palacé con la Avenida Primero de Mayo de la ciudad de Medellín. Rosendo Asesinado sintió cómo sus bolsillos se vaciaban pese a la negativa. El disparo sonó con estruendo. Una bruma aterradora se apoderó de su mirada. Vio borroso cuando Rosendo Asesino se alejó apresurado con su compañero, llevándose las pocas pertenencias de sus bolsillos. Apoyado contra la pared, logró levantarse agonizante. Todo alrededor parecía una pesadilla, una película de horror, como en una de las tantas vistas en el teatro Avenida, ese teatro de cine a solo media cuadra allí. Decidió ir hacia él en su marcha agonizante. Hacia allá, tendría más posibilidades de tomar un taxi, pensó. Se apoyó en la pared con fuerza. Dio tambaleante un primer paso sobre la acera solitaria. Fue el primer paso de entrada a los territorios de la muerte. Desde ese momento, el cuerpo soporte de su existencia, se negaba a cargar más vida de la transportada durante tantos años. Su cuerpo, en adelante, transitaría por lugares donde la consciencia o la inconsciencia sobre cuanto sucedía, poco importaría. Territorios de la agonía donde la vida duda si vencerá a la muerte o será derrotada definitivamente. Territorios de la defunción donde la muerte se certifica para espantar cualquier sombra de duda. Territorios funerarios, inhumados, exhumados, del recuerdo, de la comunicación, tantos territorios abiertos por la muerte sorpresiva e inesperada. Territorios donde se mezclan los componentes de la violencia urbana para sembrar las calles de muerte. Territorios donde abundan el alcohol, la droga, las armas, el satanismo, el odio, la dominación y la demencia colectiva. Sin saberlo, Rosendo Asesinado, comenzó a transitar los territorios de la muerte. Ellos serían desde ese momento la pesadilla de sus seres queridos.


 

TERRITORIOS DE AGENTES PARA LA MUERTE

En Medellín, se superponen territorios opuestos sin ningún conflicto. Está el territorio donde florece la ciudad amable, alegre, limpia. Un territorio donde la gente se atreve a la fiesta, al arte, al trabajo con esmero. Un territorio donde hay espacio para la creatividad y reinventar la vida. Territorios con invitación permanente a no desertar de la ciudad primaveral. Un lugar donde la dimensión universal del hombre se proyecta en el entorno. Esta ciudad llevó a Rosendo Asesinado a trabajar en no importaba qué para ganar el derecho a seguir vivo en una urbe donde la vida fluye por cada poro de la piel. Pero también está ese otro territorio desconcertante, inesperado. Ese otro territorio donde la vida se desangra, donde la vida se desvaloriza. Un territorio donde la agresión supera a las ansias de vivir. En ese territorio de la vida, también conviven los territorios de la muerte como si fuera algo natural. Más no lo es. La mente vigilante navega por los ríos de la sin razón tratando de hallar islas donde la lucidez se asiente y extienda desde allí su gran reinado de la convivencia con inteligencia. Un reinado donde las muertes sean simbólicas y no físicas como solución al desacuerdo con el otro. 

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sábado, 13 de agosto de 2016

Bottle



BOTTLE

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Extractos de Lucamo 17





TERRITORIO DE LOS CUERPOS YACENTES

Fragmento de la obra Territorios de la Muerte, publicado por primera vez en la revista Folios número 5, Universidad de Antioquia, Medellín - Colombia, julio de 2000.

El Carro funerario entró despacio por el Portón del Cementerio Universal. Llegó hasta la Zona M y se parqueó cerca del lugar donde sería la morada final de Rosendo Asesinado. Cuatro hombres uniformados bajaron el féretro del auto. Dos mujeres, también uniformadas, encabezaron la marcha hasta la tumba. Llevaron en las manos los pocos ramos de flores, enviados para despedir al difunto. En medio del corrillo de familiares y acompañantes, descargaron el ataúd en la tierra. Destaparon la caja para la despedida final y Rosa Maternal volvió a estallar en llanto. Expresaba sin contenerse, su incomprensión de por qué habían matado a su hijo. Por qué debía ser él. Le reclamaba a Dios por haber permitido fuera su hijo la víctima. Un hermano del difunto, fue el primero en regar la noticia de la tumba inundada.
Al amanecer había llovido y la tumba estaba invadida por el agua hasta la mitad. Pero no era agua, aquello era líquido verdoso y fermentado, producto de la destilación de líquidos de los muertos adyacentes y filtrados a través de las franjas de tierra entre una tumba y otra. Los sesenta centímetros no eran una contención suficiente para el paso de fluidos de una fosa a otra. Los familiares dolidos, les reclamaron a Rosendo Enterrador y Rosendo Enterrador Antiguo. Le reclamaban el no haber tenido la tumba lista. Ellos se defendieron. No era culpa de ellos si había llovido. Y tampoco les competía hacerlo. Sacar el agua era una responsabilidad de la familia.
Una tía del muerto, después de discutir airada con los trabajadores del Cementerio, se quitó los zapatos y se remangó los pantalones. No estaba dispuesta a enterrar a su sobrino en una piscina. Tomó el pequeño balde, dejado por los trabajadores con disimulo cerca de la tumba, como si alguien lo hubiera dejado allí olvidado, e inclinando su cuerpo sobre la fosa, comenzó a sacar el líquido verdoso represado. El líquido formó cauce para descender hasta la vía central del Cementerio, buscando el desagüe cercano al panteón central de bóvedas. En el trayecto hizo pequeños charcos. Expelía un olor penetrante. El aire se enredaba en la nariz y hacía arder las mucosas. Algunos moscos se alborotaron también y comenzaron a picar con fiereza a los acompañantes.
La tía viendo cómo la tarea no prosperaba con la rapidez requerida, se metió en la fosa. Ya no le importaba si sus pies se pudrían al contacto con aquella mezcla mortal. Entretanto, un hermano de Rosendo Asesinado, conversaba con los empleados de la funeraria. Quería saber si había otra alternativa. 

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